El
miércoles antes de irme de Madrid…
Estoy
en mi bar favorito La
Tía
Cebolla(c/ de la Cruz 27). Al
pensar que esta aventura ya se está terminando me salen las
lágrimas.
Me
he pedido café con leche. No importa que hace un rato me había
bebido medio litro de la bebida energética Monster.
En
el bar no hay nadie. Estoy sentada al lado de la puerta lateral,
abierta.
Enfrente
de mí veo al hombre más rico de esta zona paseando.
Ese hombre mayor, con pelo canoso, va al mismo bar que yo.
Un
sorbo de espuma de leche de mi café.
En
la terraza, enfrente de mí,
está sentado un chico guapo y joven. Me está mirando.
Un
sorbo del café.
¡Cuánto
voy a echar de menos esas miradas masculinas!
En
la barra hay una mujer. Querida, la que siempre me prepara las
tostadas. Está también Antonio, es él que menos me agrada. Pero
bueno, no todos me tienen que agradar, igual que yo a todos tampoco
tengo que caerles bien.
A
la derecha veo gente pasar. Me mira. Yo escribo. Me siento aquí como
en casa. A lo mejor aún más porque por mi casa nunca ando tan
arreglada, tomandome un cafecito tan delicioso, escribiendo.
En
el fondo hay música. Flamenco. Esos ritmos son como la guinda del
pastel para este bar. Aunque Victor ponía algo mejor, latino. Y allí
sí que me sentía como en mi hogar.
Gorrión.
Primera palabra en polaco que aprendió Sophie. Los gorriones son
pajaros que también voy a asociar con La Tía Cebolla. La puerta
abierta es una invitación para estas pequeñas criaturas. Los
empleados no los echan. Son un tipo de atracción para los clientes;
para nosotros, cotidianidad y alegría.
Son
las 10:23. Estoy esperando a Sophie. La estoy buscando con la vista
por todas partes. Quién sabe de dónde vendrá... Le enanta pasear,
así que puede llegar de un lado más inesperado.
Acabo
de terminar el café. Sólo en La Tía Cebolla tomo café con leche.
Todavía no me he atrevido a hacerlo en ningun otro sitio.
Antonio
silba al ritmo de flamenco. ¡Qué
ganas
de vivir!
A
pesar de que Madrid todavía se este despertando, ya siento la magía
de esta ciudad. Coches
de abastecimiento por todas partes. Hombres con los carros
distribuyen mercancía a los bares. Se cruzan con los turistas que
han amanecido muy temprano para que les de tiempo de disfrutar de
todos los encantos de esta bella capital. Normalmente Madrid se
despierta bastante tarde en comparación con Polonia. Las escuelas y
empresas abren sobre las 9:00, 10:00... hasta 11:00. En cambio, por
la noche, cuando yo me acuesto, ellos siguen por la ciudad, por los
parques, con los amigos.
Vista
de La Tía Cebolla no es muy bonita. Aunque hay aquí una pequeña,
encantadora plaza, mayoría de tiempo están aquí estacionados
algunos coches. Otras veces hay obras. Sí o sí, para mí
no
es un problema. Amo este sitio por ser especial, no perfecto.
Acaban
de entrar dos mujeres. Piden dos tostadas con queso fundido. Don
Paco, mi plato favorito. Mi desayuno casí diario. ¡Qué hambre! Yo,
de momento, tengo que esperar hasta que venga Sophie. ¡Aquí está!
Acaba de venir. Nos damos un abrazo muy grande. Viene Antonio y
pedimos dos Don Pacos, un café para mí y como siempre, para Sophie,
Pepsi. Hay que aprovechar este momento.
No
me lo puedo creer. Después de tantos meses, él se sigue
equivocando. A mí me entrego Pepsi; a Sophie, mi café. Espero que
con las tostadas no se equivoque :D
La canción del día:
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